Por: Oscar Armijo

Un llamada a la desobediencia…

Hace unos días, un reconocido conductor de TV Azteca, televisora propiedad de un empresario “aliado” de la Cuarta Transformación, realizó una serie de comentarios que muchos consideraron un grave llamado a la desobediencia civil.

La reacción fue inmediata; en redes sociales cientos de personas, incluyendo periodistas y funcionarios públicos, comenzaron tanto a defender cómo criticar ferozmente las palabras del periodista. A su vez, la Secretaría de Gobernación emitió un apercibimiento a la televisora a fin de que manifestara públicamente su respeto a las medidas sanitarias que hasta la fecha se han adoptado ante la pandemia de Covid-19.

A propósito de lo sucedido, más allá de intentar comprender los motivos que llevaron al presentador de noticias a expresarse de esa manera, o de descubrir al autor intelectual del “ataque” a la 4T, me gustaría tratar de definir el concepto de desobediencia civil.

Este supone la violación de una norma o conjunto de normas con el fin de modificar una ley o una acción concreta del gobierno. Tiene un carácter público, generalmente pacífico y se usa como medio de presión para el cambio.

Al no ser un acto privado, debe hacerse del conocimiento de todos los ciudadanos con el propósito de advertir a las autoridades para propiciar el diálogo o debate.

En otras palabras, requiere de una realización colectiva, toda vez que los fines que se persiguen difícilmente podrían lograrse mediante la actuación de un solo individuo. Y es precisamente en el tema de la participación ciudadana donde la desobediencia civil encuentra en México un gran obstáculo.

Así pues, si prevalece el desinterés en aspectos de trascendencia política, económica y social o si continúa arraigada la idea de que la unión de la sociedad civil es irrelevante para lograr un cambio, entonces, lamentablemente, persistirán los altos niveles de inseguridad e impunidad y el actuar de las instituciones seguirá siendo deficiente e incapaz de brindar resultados favorables para el país. Debemos entonces desarrollar una conciencia y no simplemente de estricta obediencia.