Por Carolina Ruiz Rodríguez
Cada diciembre, Morelos mira más allá de sus fronteras para reconocer a quienes sostienen —desde la distancia— no solo la economía de miles de hogares, sino también la identidad y el nombre de nuestro estado. Pero este 2025 nos obliga a mirar con mayor seriedad, rigor y humanidad la realidad que viven nuestras y nuestros migrantes. Ha sido, sin exagerar, uno de los años más difíciles para ellos.
Organismos civiles y consulados reportan un incremento preocupante en Estados Unidos de deportaciones aceleradas, redadas sin orden judicial y detenciones con procedimientos que vulneran derechos básicos. Se multiplicaron los casos de familias separadas, trabajadores arrestados en sus centros laborales y personas que —sin antecedentes penales ni procesos abiertos— fueron sujetas a repatriaciones exprés. Lo que enfrentan nuestros migrantes ya no es solo un clima político hostil, sino un contexto de vulnerabilidad cotidiana.
Según los datos presentados por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en la Mañanera del Pueblo de este miércoles 10 de diciembre, 217 mil 109 personas han sido deportadas de Estados Unidos a México entre octubre de 2024 y diciembre de 2025. De ellas, 200 mil 540 son mexicanas y 16 mil 569 extranjeras. Detrás de cada número hay una historia de ruptura, incertidumbre y resistencia.
Y aun así, pese a todo, las y los migrantes morelenses hicieron lo que hacen siempre: resistir. Sostuvieron empleos muchos de ellos precarios, enviaron remesas que alimentan cientos de hogares, mantuvieron vivas nuestras tradiciones y continuaron participando en la vida pública de sus comunidades, aunque esas comunidades se encuentren a miles de kilómetros.
Por ello, la conmemoración de cada 15 de diciembre del Día del Migrante Morelense y su Familia, establecida por decreto del Congreso en 2017, no es un mero acto protocolario: es un deber moral y un acto de justicia. Del mismo modo, la entrega de la Presea “General Emiliano Zapata Salazar” al Mérito Migrante representa un reconocimiento que, aunque simbólico, busca contrarrestar un sistema migratorio que, con demasiada frecuencia, reduce historias de vida a simples estadísticas.
Este año recibimos nueve postulaciones, todas valiosas, evaluadas con rigor por el Comité Calificador. Las personas galardonadas son ejemplos nítidos de que la migración no es solo necesidad: también es aportación comunitaria, impulso económico, preservación cultural y, muchas veces, heroísmo cotidiano.
Las y los galardonados fueron:
Antonio Ariza Castillo, al mérito humanitario y altruista; Margarita Ramírez Rodríguez e Idalia Galicia Colorado, al Mérito Cultural y Educativo; Araceli Castillo de la Cruz, al mérito empresarial y comercial; María de la Luz Molina Flores, al mérito comunitario y, Víctor Barreto Molina, al mérito humanitario y altruista.
Desde la tribuna del Congreso del Estado exhorté a mis compañeras y compañeros diputados a no permitir que la migración siga siendo sinónimo de abandono, olvido o indiferencia. La responsabilidad institucional es clara: legislar, acompañar y proteger a quienes, desde lejos, sostienen la esperanza, en gran parte la economía y el nombre de Morelos.
Porque la migración no puede seguir tratándose como un fenómeno accesorio o ajeno. Morelos está presente en cada lugar donde un migrante trabaja, sueña, envía una remesa o preserva la cultura que lo vio nacer.
La presea que entregamos lleva la imagen del General Emiliano Zapata, símbolo universal de justicia social. Sin embargo, son nuestras y nuestros migrantes quienes honran ese símbolo todos los días, con su trabajo, su sacrificio y su amor por su tierra.
Las y los migrantes morelenses no solo buscan un destino mejor: construyen un destino más justo para quienes los rodean. Son un puente vivo entre culturas, un sostén económico para miles de familias y un ejemplo de valentía silenciosa que merece ser escuchada, reconocida y defendida.
Por ello, vaya mi reconocimiento y felicitación a los galardonados y a todos los migrantes, a quienes les digo: Morelos les pertenece, estén donde estén.
* Diputada local y presidenta de la Comisión de Atención a Personas Migrantes en el Congreso del Estado de Morelos


