Estados Unidos alertó a sus ciudadanos evitar viajar a Japón, con el país en estado de emergencia por un brote cada vez mayor de COVID-19 que ha sembrado dudas sobre los planes de Tokio de albergar los Juegos Olímpicos en menos de dos meses.
El Departamento de Estado elevó su advertencia de viaje al nivel cuatro el lunes, colocando a Japón en una categoría con una amplia franja de naciones desde América Latina hasta Europa que los estadounidenses deben evitar debido a las preocupaciones por el coronavirus.
La acción es un nuevo golpe para un país que lucha por convencer a su propio público y a la comunidad internacional de que está listo para albergar los Juegos Olímpicos de verano a partir del 23 de julio, luego de su retraso en 2020.
Estas alertas no prohíben que los estadounidenses visiten el país, pero podrían tener un impacto en las cuotas de seguros de viajero y ser un factor en las decisiones de deportistas olímpicos y espectadores sobre si competir o acudir a la justa, que está programada para iniciar en julio. No hubo indicios inmediatos de los efectos que las recomendaciones podrían tener en quienes sopesan acudir a los Juegos.
“Los viajantes deberían evitar todos los viajes a Japón”, señalaron los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus iniciales en inglés) en su nueva actualización sobre COVID-19. “Debido a la situación actual en Japón, incluso aquellos viajantes totalmente vacunados podrían estar en riesgo de contraer o propagar las variantes de COVID-19, y deberían evitar todos los viajes hacia Japón”.
La alerta del Departamento de Estado, la cual fue emitida tras la recomendación de los CDC, fue más firme: “No viajen a Japón debido al COVID-19”, indica su anuncio, el cual elevó la alerta de viaje de del nivel 3 (reconsiderar un viaje) al nivel 4 (no viajar). La alerta previa de la dependencia fue emitida el 21 de abril.
El primer ministro japonés, Yoshihide Suga, extendió este mes un estado de emergencia que cubre Tokio y lo expandió a dos regiones más afectadas por el aumento de casos de virus, en un intento de detener las infecciones antes de los Juegos Olímpicos.
La última ola de COVID-19 ha sido impulsada en gran medida por más cepas infecciosas del extranjero, lo que se suma a las preocupaciones sobre la invitación a miles de participantes extranjeros, incluidos atletas y funcionarios. Algunos competidores han expresado preocupaciones de seguridad, con el equipo de atletismo de Estados Unidos cancelando el entrenamiento previo a los Juegos Olímpicos en el país.
El Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos dijo el lunes que los atletas estadounidenses no correrán un riesgo indebido si compiten este verano en Tokio.
“Estamos seguros de que las prácticas de mitigación vigentes para los atletas y el personal tanto por la USOPC (Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos) como por el Comité Organizador de Tokio, junto con las pruebas antes del viaje, a la llegada a Japón y durante los Juegos, permitirán la participación segura del equipo de Estados Unidos de atletas este verano “, dijo el comité en un comunicado.
Inicialmente, se había proyectado la asistencia de 600 mil fanáticos del extranjero, pero los organizadores descartaron esa posibilidad en marzo. Pronto decidirán si incluso los espectadores locales podrán ver las competiciones en persona. Ya han reducido el número de funcionarios y otros que se espera que asistan desde el extranjero a unos 78 mil, sin incluir a los atletas.
La reticencia de Japón a las vacunas ha permitido que el virus gane terreno después de que el país mantuvo bajas las tasas de infección durante meses. Poco más del tres por ciento de la población de la nación isleña ha sido vacunada, la más baja entre los 37 miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, según el rastreador de vacunas de Bloomberg. Eso se compara con más del 40 por ciento en los Estados Unidos y en el Reino Unido.
Japón comenzó su esfuerzo de inmunización con los trabajadores de la salud después de que se aprobara la vacuna de Pfizer-BioNTech en febrero. Las empresas también donaron vacunas para que las usen los atletas olímpicos y las delegaciones, aunque no se requieren vacunas.
El progreso para controlar el virus en Japón se ha visto obstaculizado por una cultura médica conservadora, con pruebas de seguridad locales requeridas antes de que las vacunas puedan ser aprobadas y solo los médicos y enfermeras pueden administrar inyecciones. Una ley que otorga la responsabilidad de las vacunas a los municipios locales y la prueba de un nuevo sistema de reserva en línea se han sumado a los retrasos.
Japón aprobó finalmente la semana pasada las vacunas desarrolladas por Moderna y AstraZeneca, y el ritmo de inoculación ha aumentado a casi 500 mil dosis administradas diariamente. Eso todavía está detrás del objetivo de un millón establecido por Suga.
El Consulado General de Japón en Nueva York no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios sobre la medida de Estados Unidos.
Vía: El Financiero
Con información de AP