Por: Oscar Armijo
Solía levantarme todos los días para ver las “mañaneras” de Lopez Obrador; sin embargo, desistí de este ejercicio cuando noté que constantemente culpa a la “mafia del poder” y a los “conservadores” de los desaciertos de su gobierno, descalifica a la prensa que no lo santifica y continúa haciendo campaña política a pesar de que lleva meses siendo Presidente de la República Mexicana.
En este tenor, parece ser que nadie tiene permitido tocar al Presidente, y si alguien lo hace, su ejército de seguidores ataca y acosa constantemente en redes sociales a quien se atreve a criticar al gobierno en turno.
Siempre pensé que México era un país libre, pero resulta que derechos humanos como la libertad de expresión se manejan a conveniencia y conforme a los intereses de nuestro mandatario. La crítica es válida cuando es favorable, pues de no coincidir con el régimen se convierte en una afrenta contra el progreso y bienestar de México.
Si bien es cierto que se heredaron muchísimos problemas de las administraciones pasadas, seguir culpándolas no sirve más que para generar división y resentimiento social. Es momento de que Obrador asuma su responsabilidad y tome las riendas de este país en pedazos para empezar a brindar los resultados que tanto prometió durante sus doce años de campaña.
Cuando las cosas se hagan bien seré de los primeros en tragarme mi orgullo y “ardor” para admitirlo, pero la realidad es que estamos a bordo de un barco que se está hundiendo y, al final, nos vamos a ahogar todos, tanto “chairos” como “deremecos”.
Por último, y quedando en espera de que el panorama de nuestro país no empeore, si algo debo reconocer es que los personajes ilustres de la cuarta transformación son un claro ejemplo de superación personal, pues no solo incrementan su patrimonio con su “honrado” trabajo sino que cada día demuestran ser más ineptos.
Bien dicen por ahí que no es lo mismo ser borracho que cantinero…